Aquellos que participamos de forma activa en algunas
redes sociales sabemos delgran número de beneficios que nos reportan: ampliar
tu círculo de amistades, incrementar tu número de contactos profesionales,
lugar de diversión, válvula para liberar estrés, punto de información de
actualidad, lugar donde aclarar dudas y un largo etcétera. Quien no ve los
beneficios es porque no quiere verlos o porque no ha utilizado lo suficiente
alguna de estas redes. Ahora bien, de la mano traen también una serie de daños
colaterales que no debemos ignorar: distracciones, tendencia a olvidar con
facilidad su propósito original, interrupciones, repartir nuestra atención en
varios sitios, más “trabajo” para nuestro trabajo, entre otros.
Dales
un sentido
—Pero, ¿por qué estás en esa red?
—Pues la verdad, no lo sé, yo es que me apunto a un
bombardeo.
No me cansaré de recalcar una y otra vez que nuestro
tiempo y sobre todo nuestros niveles
de atención y energía diario son finitos y muy
preciados. Lo peor que podemos hacer es estar ahí “por estar”. Busca y dale un
sentido a esa red y por encima de todo a tu presencia en ella.
Tal vez pueda ser ampliar tu red de amigos, un rincón
donde explotar tu hobby, buscar información sobre un tema del trabajo, hacer
networking profesional, un lugar donde charlar de forma distendida… sea lo que
sea, interpreta lo que te aporta y tu relación con los Twitter, Facebook o Tuenti
tendrá más sentido y sobre todo no devorará tu energía diaria de forma
indiscriminada.
Participa
en ellas en tanto en cuanto puedas y sin rozar lo más mínimo tanto
las
Tareas Clave como las otras obligaciones de tu verdadero trabajo.
Fija
límites y cúmplelos
En Twitter yo digo lo que estoy haciendo pero no lo
digo cada minuto. Me he fijado unos momentos determinados y un tiempo máximo
que le puedo dedicar. Mi trabajo es otro, y ya es bastante duro y exigente. No
puedo “cargarme” de más trabajo convirtiendo mi participación en estas redes en
una “tarea” más de mi día que no deja, nunca lo olvides, de mordisquear tu
vitalidad y atención.
Debo participar en ellas en tanto en cuanto pueda y
sin rozar lo más mínimo tanto las Tareas Clave como las otras obligaciones de
mi verdadero trabajo. (Salvo, ojo, que esa participación sí aporte algo a tu
trabajo o incluso forme parte o sea tu trabajo.)
Personalmente al iniciar el día doy los buenos días en
Twitter, contesto a los replies de la noche y después desaparezco hasta el
final de la mañana. Esto obedece a los férreos límites que me he marcado y que
trato de no romperlos.
Céntrate en las verdaderas tareas de tu verdadero
trabajo y ya habrá tiempo, de forma relajada y con el deber ya cumplido, de charlar
con tus amigos, de disfrutar de un vídeo en Facebook o de participar en una
encuesta de Tuenti. Elige una buena aplicación. La aplicación que utilicemos para participar en esa red puede influir (en
algunos casos bastante) y condicionar cómo será nuestra relación con ella
(estoy pensando sobre todo en los clientes de Twitter).
¿Es dinámica o tiene una estructura compleja?,
¿permite una lectura fluida o leer es una tortura?, ¿ofrece atajos de teclado
para hacerlo todo más ágil?, ¿reduce las distracciones o las potencia con notificaciones
y soniditos varios?, entre otras. Esa aplicación va a actuar como un
intermediario por tanto condicionará la relación que yo vaya a entablar con esa
red. No sólo deberían pesar criterios estéticos sino otros más funcionales que
nos pongan las cosas más fáciles.
A la hora de elegir una aplicación yo siempre me hago
la misma pregunta: ¿me vale de verdad para lo que quiero o por el contrario soy
yo quien está a su servicio? (Con “aplicación” me refiero también a scripts o
extensiones que podemos añadir a nuestro navegador para mejorar o incluir
nuevas funcionalidades en la red que utilizamos. En el caso de
Flickr, Facebook y demás hay muchas y muy variadas.)
Aprende
a decir «no»
Este punto va muy de la mano del de fijar límites.
Conversaciones animadas con cientos de aportaciones, enlaces que nos sugieren
para hacer clic, fotos que nos envían y que nos incitan a ver, preguntas que te
hacen o que hacen, replies sólo para ti, invitaciones a eventos, invitaciones a
unirnos a un nuevo grupo, sugerencias para añadir a nuevos
contactos… Si
pusiéramos en una balanza toda la actividad que al cabo del día generan algunas
de estas redes y que además nos involucran a nosotros el
resultado sería abrumador.
Creo que debemos de ser muy rigurosos y respetuosos
con nuestro propio tiempo, tener muy claras nuestras prioridades, saber qué
papel juegan de verdad estas redes en nuestro día a día y luego…
elegir. Y si a veces elegir supone ignorar o decir no,
pues muy bien. Salvo que tu trabajo sea “respondedor oficial de Twitter” no
tienes que leerte y responder a todos cuatrocientos y pico tweets que se han
generado desde tu última entrada. Tu trabajo es otro, eso está ahí para otra
cosa. Recuerda que ser productivo siempre es cuestión de elegir bien.
El
decir «no» no es sinónimo de desconsideración sino de respeto por uno mismo,
por tu tiempo, por tu energía y por tu trabajo. El primer
beneficiado y perjudicado de esas elecciones siempre serás tú.
El
día que me gane la vida con Twitter o Facebook responderé a cientos de
comentarios y me meteré en todos los grupos y saraos que me propongan. Mientras
tanto elijo qué hacer. Tú eres una especie de “broker” al que diariamente le
entregan un número de horas y una cantidad de vitalidad muy limitadas y muy
preciadas… adminístralas bien.
0 comentarios:
Publicar un comentario