jueves, 21 de marzo de 2013

Cómo ser productivo con las Redes Sociales




Aquellos que participamos de forma activa en algunas redes sociales sabemos delgran número de beneficios que nos reportan: ampliar tu círculo de amistades, incrementar tu número de contactos profesionales, lugar de diversión, válvula para liberar estrés, punto de información de actualidad, lugar donde aclarar dudas y un largo etcétera. Quien no ve los beneficios es porque no quiere verlos o porque no ha utilizado lo suficiente alguna de estas redes. Ahora bien, de la mano traen también una serie de daños colaterales que no debemos ignorar: distracciones, tendencia a olvidar con facilidad su propósito original, interrupciones, repartir nuestra atención en varios sitios, más “trabajo” para nuestro trabajo, entre otros.



Dales un sentido
—Pero, ¿por qué estás en esa red?
—Pues la verdad, no lo sé, yo es que me apunto a un bombardeo.
No me cansaré de recalcar una y otra vez que nuestro tiempo y sobre todo nuestros niveles
de atención y energía diario son finitos y muy preciados. Lo peor que podemos hacer es estar ahí “por estar”. Busca y dale un sentido a esa red y por encima de todo a tu presencia en ella.
Tal vez pueda ser ampliar tu red de amigos, un rincón donde explotar tu hobby, buscar información sobre un tema del trabajo, hacer networking profesional, un lugar donde charlar de forma distendida… sea lo que sea, interpreta lo que te aporta y tu relación con los Twitter, Facebook o Tuenti tendrá más sentido y sobre todo no devorará tu energía diaria de forma indiscriminada.

Participa en ellas en tanto en cuanto puedas y sin rozar lo más mínimo tanto
las Tareas Clave como las otras obligaciones de tu verdadero trabajo.

Fija límites y cúmplelos
En Twitter yo digo lo que estoy haciendo pero no lo digo cada minuto. Me he fijado unos momentos determinados y un tiempo máximo que le puedo dedicar. Mi trabajo es otro, y ya es bastante duro y exigente. No puedo “cargarme” de más trabajo convirtiendo mi participación en estas redes en una “tarea” más de mi día que no deja, nunca lo olvides, de mordisquear tu vitalidad y atención.

Debo participar en ellas en tanto en cuanto pueda y sin rozar lo más mínimo tanto las Tareas Clave como las otras obligaciones de mi verdadero trabajo. (Salvo, ojo, que esa participación sí aporte algo a tu trabajo o incluso forme parte o sea tu trabajo.)



Personalmente al iniciar el día doy los buenos días en Twitter, contesto a los replies de la noche y después desaparezco hasta el final de la mañana. Esto obedece a los férreos límites que me he marcado y que trato de no romperlos.
Céntrate en las verdaderas tareas de tu verdadero trabajo y ya habrá tiempo, de forma relajada y con el deber ya cumplido, de charlar con tus amigos, de disfrutar de un vídeo en Facebook o de participar en una encuesta de Tuenti. Elige una buena aplicación. La aplicación que utilicemos para participar en esa red puede influir (en algunos casos bastante) y condicionar cómo será nuestra relación con ella (estoy pensando sobre todo en los clientes de Twitter).
¿Es dinámica o tiene una estructura compleja?, ¿permite una lectura fluida o leer es una tortura?, ¿ofrece atajos de teclado para hacerlo todo más ágil?, ¿reduce las distracciones o las potencia con notificaciones y soniditos varios?, entre otras. Esa aplicación va a actuar como un intermediario por tanto condicionará la relación que yo vaya a entablar con esa red. No sólo deberían pesar criterios estéticos sino otros más funcionales que nos pongan las cosas más fáciles.
A la hora de elegir una aplicación yo siempre me hago la misma pregunta: ¿me vale de verdad para lo que quiero o por el contrario soy yo quien está a su servicio? (Con “aplicación” me refiero también a scripts o extensiones que podemos añadir a nuestro navegador para mejorar o incluir nuevas funcionalidades en la red que utilizamos. En el caso de
Flickr, Facebook y demás hay muchas y muy variadas.)
Aprende a decir «no»
Este punto va muy de la mano del de fijar límites. Conversaciones animadas con cientos de aportaciones, enlaces que nos sugieren para hacer clic, fotos que nos envían y que nos incitan a ver, preguntas que te hacen o que hacen, replies sólo para ti, invitaciones a eventos, invitaciones a unirnos a un nuevo grupo, sugerencias para añadir a nuevos
contactos… Si pusiéramos en una balanza toda la actividad que al cabo del día generan algunas de estas redes y que además nos involucran a nosotros el
resultado sería abrumador.

Creo que debemos de ser muy rigurosos y respetuosos con nuestro propio tiempo, tener muy claras nuestras prioridades, saber qué papel juegan de verdad estas redes en nuestro día a día y luego…
elegir. Y si a veces elegir supone ignorar o decir no, pues muy bien. Salvo que tu trabajo sea “respondedor oficial de Twitter” no tienes que leerte y responder a todos cuatrocientos y pico tweets que se han generado desde tu última entrada. Tu trabajo es otro, eso está ahí para otra cosa. Recuerda que ser productivo siempre es cuestión de elegir bien.
El decir «no» no es sinónimo de desconsideración sino de respeto por uno mismo, por tu tiempo, por tu energía y por tu trabajo. El primer beneficiado y perjudicado de esas elecciones siempre serás tú.
El día que me gane la vida con Twitter o Facebook responderé a cientos de comentarios y me meteré en todos los grupos y saraos que me propongan. Mientras tanto elijo qué hacer. Tú eres una especie de “broker” al que diariamente le entregan un número de horas y una cantidad de vitalidad muy limitadas y muy preciadas… adminístralas bien.

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